Con la llegada del verano debemos cuidar nuestro coche especialmente, ya que el calor afecta negativamente al rendimiento del motor y éste pierde potencia. Además, en la temporada estival aumenta el riesgo de averías, muchas de ellas relacionadas con el sistema de aire acondicionado o de climatización. Pero existen otras partes sensibles a las altas temperaturas del verano.
Hay partes que sufren en especial las subidas del termómetro, por lo que debemos prestarles una mayor atención si pretendemos emprender un largo viaje por carretera. Ten en cuenta que un coche al sol puede superar los 60ºC, por lo que es importante preservar el vehículo del sol.
El motor es uno de los componentes más importantes al que debes prestar atención en verano. En frío, estará en la posición más baja, pero a los 5-10 minutos debería alcanzar la temperatura óptima (unos 90 grados). Vigila que nunca debe llegar a la zona roja si no quieres quemar el motor. Si ves que se sobrecalienta en exceso, detén el vehículo y enciende la calefacción para liberar todo el calor posible de la zona del motor.
La carrocería y los interiores, también son puntos clave del verano. Aparcar en zonas de sombra e intentar lavar el coche para refrescarlo es muy recomendable, así como utilizar parasoles que eviten en la medida de lo posible las filtraciones de rayos de sol al interior. Ten especial cuidado con la tapicería, ya que una sobreexposición solar podría decolorar el material.
Frenos y discos también sufren con el calor, ya que un abuso del pedal provoca un sobrecalentamiento de dichos componentes. Por último, los neumáticos alcanzan una mayor temperatura en verano, sobre todo circulando rápido. Si llevamos la presión demasiado baja, la banda de rodadura se calentará más todavía, algo que acortará su vida hasta en un 15%. Por eso, es recomendable revisar la presión de las ruedas.